sábado, 5 de julio de 2014

Aura: el filo de la irrealidad.


Carlos Fuentes (Panamá, 11 de noviembre de 1928 – Ciudad de México, 15 de mayo de 2012), fue uno de los más prolíficos autores latinoamericanos del siglo XX, y su texto “Aura” es una de las obras más importantes de la literatura moderna mexicana.
Por esta ocasión, y rompiendo el esquema de mis anteriores publicaciones, no efectuaré la amplia sinopsis de esta obra, en primer lugar por la extensión de la novela en cuestión (apenas 62 páginas a doble espacio), y en segundo lugar dado que la trama se presta a demasiadas interpretaciones.
Baste decir entonces, a modo de sinopsis, que un anuncio en el periódico lleva a Felipe Montero a la vieja y ancestral calle Donceles en el centro de la Ciudad de México, donde solicitan, al parecer, un historiador con todo su perfil. Al llegar a aquella casa es contratado de inmediato para la compilación de unas viejas memorias de un general francés de la época de Maximiliano (debe tenerse en cuenta que la obra se escribió allá por 1962). La casa se encuentra permanentemente en penumbra, y sólo se encuentra habitada por la viuda del general, Consuelo, y Aura, sobrina de Consuelo, joven de sorprendente belleza, pero las apariencias engañan. El joven Felipe descubrirá al final de las 62  páginas que la juventud y la vejez pueden encontrarse en el mismo lugar.

Crítica

Esta novela ha sido un claro referente en las escuelas de nivel medio y medio superior en nuestro país, quizá por la mezcla entre la realidad de un pasado distante, la forma en que se cautiva al lector con el misterio de lo que se encuentra dentro del 815 de la calle Donceles, en la región más transparente y sobre todo, por el tema de la identidad. En efecto, desde que se inicia el libro se tiene bien claro quién es el protagonista; pero conforme van avanzando las páginas, los otros dos personajes se vuelven etéreos, complicados. Aura es, en cierto modo, el reflejo de la juventud, pero una juventud que pareciera estar subordinada a la generación precedente.
La calle de Donceles, en la delegación Cuauhtémoc,
lugar donde se desarrolla la historia.

Por otra parte, Felipe se enamora de Aura, pese a que su personaje parece flotar en el ambiente más que existir en el mundo físico. Cuando llega el final, todas esas actitudes cobran sentido, así como el misterioso anuncio en el periódico que le hizo llegar a ese lugar.
Fuentes nos trata en un lenguaje ameno, pero a la vez misterioso, se mantiene el hilo argumental sobre la realidad de lo que está ocurriendo en aquella casa, narra de una manera magistral lo que ocurre, con lo que nos deja un verdadero mensaje: la belleza se acaba, y la muerte es una parte natural de la vida; no cabe duda que hace uso de todos sus recursos para mostrarnos ese delgado límite que existe entre lo real y lo irreal, lo que existe y lo posible, probable, imposible e improbable.
Mi veredicto: es un libro bastante entretenido, puede ser leído en una tarde, pero esa tarde será, seguramente para el lector, una tarde larguísima, donde comenzará en el mundo perfectamente real, y terminará añorando ese límite traspasado de la irrealidad, donde la belleza es fealdad y la vejez es juventud.

Mi valoración personal



100

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