sábado, 8 de febrero de 2014

La Silla del Águila: la historia siempre se repite


En diciembre de 2011, un candidato a la Presidencia de la República de cuyo nombre no quiero acordarme, respondió (mal, por cierto, y eso fue motivo de muchas burlas a través de internet) a una pregunta en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. La pregunta era sobre cuáles eran los tres libros que marcaran su vida. En su respuesta atinó a decir que eran “la biblia, La Silla del Águila de Enrique Krauze y otro que no me acuerdo”.
Yo aún sigo buscando en librerías la dichosa Silla del Águila de Enrique Krauze, pero los dependientes insisten en venderme la de Carlos Fuentes. Lástima, el hoy habitante de Los Pinos, se nota, nunca la leyó.
El título de la obra hace alusión nada más ni nada menos que a la silla presidencial: el símbolo por antonomasia del poder en México y de la posición elevada casi omnipotente que ostenta el Presidente de México. Vaya título más adecuado para la sátira política que en sus páginas se desarrolla, que no se aleja mucho de la realidad de nuestro país.

Sinopsis

Advertencia: esta sección contiene información que, si no has leído el libro (como el actual Presidente de la República), quizá no quieras leer ahora mismo. Si es el caso, ve directo a la sección crítica, y reanuda tu lectura allí.

Carlos Fuentes  utiliza el método epistolar para mostrarnos una obra desde distintos ángulos, cual Drácula de Bram Stoker. La historia comienza con una revelación: Rosario Galván, una calculadora y seductora mujer le escribe a un recién llegado Nicolás Valdivia “tú serás presidente de México”. 
Planteado en un lejano año 2020, México es el mismo de siempre: depende económica y políticamente de los Estados Unidos, el partido tricolor domina la política nacional, existen problemas internos de protestas y luchas que son reprimidas u opacadas por el gobierno. Y no obstante, algo ha ocurrido. Debido a las discrepancias políticas del Tío Sam con presidente Lorenzo Terán, la Unión Americana ha cortado las telecomunicaciones creando una crisis temporal en la que el único medio para comunicarse es precisamente a través de cartas.
Así las cosas, Rosario sitúa a Nicolás en la Oficina de la Presidencia de la República, y a través de una movida de hilos (nada poco común en un país como el nuestro) magistral; Nicolás ahora es el sucesor de Lorenzo Terán a su “falta absoluta” para utilizar el texto constitucional.
Nicolás recibe asesoría de un anciano que un día fue presidente de México (con casi toda seguridad, Fuentes quiso incorporar a un Salinas de Gortari o José López Portillo pero sin nombre ni apellido, de suerte que se le denominó “el Anciano del Portal”). Poco a poco, Nicolás va aprendiendo los manejos de la política mexicana “no dejar nada por escrito” la regla de oro, los secretos y las trampas que se ejercen para retener el poder.
La trama avanza y Nicolás ya no es un novato en el manejo de la política y no sólo eso: tiene acceso a archivos y documentos que pueden (y serán) usados en contra de los personajes. Ahora sólo falta ver el entramado final; en que la falta absoluta de Lorenzo finalmente se sucede, y se cumple la premisa “tú serás Presidente de México”. Pero ello desencadena una ola de traiciones en la que ahora Nicolás ya no es aliado sino enemigo de Rosario; y se hacen los cambios necesarios a la Carta Magna para eternizar a Nicolás en la Silla del Águila por muchos años; porque él es hijo del Secretario de Defensa, quien lo colocó en manos de Rosario precisamente para eso; para dar un brutal y directo golpe de Estado al Comandante Supremo (es decir, el presidente Lorenzo) e iniciar una nueva dictadura en México.

Crítica

Todo político tiene que ser hipócrita. Para ascender, todo se vale. Pero no hay que ser sólo falso, sino astuto. Todo político asciende con una cauda de desgracias amarradas… Carlos Fuentes, el autor.

Carlos Fuentes tiene una pluma increíble; los personajes juegan en un tablero neblinoso para ellos, pero bastante claro para el lector, que tendrá una perspectiva de todo el tablero (o creerá tenerla), la historia de México es tan igual a la actual y a la pasada en esta obra futurista que parece una radiografía que le fuera tomada de cuerpo entero. En efecto, Carlos Fuentes escribió esta obra en 2003, cuando apenas se había dado la transición política de partido y predice lo que eventualmente ocurrió en 2012: el partido tricolor (cuyos miembros datan del jurásico temprano) retomó la codiciada Silla del Águila y la Residencia de Los Pinos.
Pero no sólo eso: Don Carlos nos sumerge en una trama política estructurada de tal suerte que pareciera ser predecible, pero da un giro espectacular hacia el final, tendiendo una trampa desde el inicio de la historia; dejándonos un trago amargo al final, y con una perspectiva casi distópica: el inicio de una nueva dictadura en nuestro país. Ello se logra con elementos clásicos de la política mexicana y de la política en general. La obra puede tener más de una lectura maquiavélica, y es que, si bien el fin no justifica los medios, sí quien tiene los medios puede conseguir cualquier fin; además de sacar a relucir el viejo hilo negro de la intervención norteamericana en la política nacional.
La política es un tema complicado de tratar como trama. Si se hace con demasiada fuerza, la obra se volverá pesada, dado que la política tiende a etiquetarse de “aburrida”. No obstante, Carlos Fuentes logra encontrar un buen balance y entregarnos una trama política bien tejida (no excepcional, pero sí bien estructurada)
El libro requiere un conocimiento básico de la historia de México y una memoria política cercana profunda. Nos invita a recordar lo ocurrido en los sexenios de la época priista y los sucesos que llevaron a Vicente Fox a la Silla del Águila. Sería recomendable que el actual ocupante de Los Pinos la leyera realmente.
No es espectacular, porque no contiene giros de trama contundentes salvo que se trate del final; además de que permite al lector cierta confianza al leer las cartas de todos los personajes, es decir, meterse en sus mentes. Es buena y recomendable; pero sí tiene sus defectos. Apta para quienes gustan de novela política o de la historia de México.

Mi valoración personal:



Calificación:
9.5

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