En diciembre de 2011, un candidato a la
Presidencia de la República de cuyo nombre no quiero acordarme, respondió (mal,
por cierto, y eso fue motivo de muchas burlas a través de internet) a una
pregunta en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. La pregunta era
sobre cuáles eran los tres libros que marcaran su vida. En su respuesta atinó a
decir que eran “la biblia, La Silla del Águila de Enrique Krauze y otro que no
me acuerdo”.
Yo aún sigo buscando en librerías la
dichosa Silla del Águila de Enrique Krauze, pero los dependientes insisten en
venderme la de Carlos Fuentes. Lástima, el hoy habitante de Los Pinos, se nota,
nunca la leyó.
El título de la obra hace alusión nada más
ni nada menos que a la silla presidencial: el símbolo por antonomasia del poder
en México y de la posición elevada casi omnipotente que ostenta el Presidente
de México. Vaya título más adecuado para la sátira política que en sus páginas
se desarrolla, que no se aleja mucho de la realidad de nuestro país.
Sinopsis
Advertencia: esta sección contiene
información que, si no has leído el libro (como el actual Presidente de la
República), quizá no quieras leer ahora mismo. Si es el caso, ve directo a la
sección crítica, y reanuda tu lectura allí.
Carlos Fuentes utiliza el método epistolar para mostrarnos
una obra desde distintos ángulos, cual Drácula de Bram Stoker. La historia
comienza con una revelación: Rosario Galván, una calculadora y seductora mujer
le escribe a un recién llegado Nicolás Valdivia “tú serás presidente de México”.
Planteado en un lejano año 2020, México es el mismo de siempre: depende económica y políticamente de los Estados Unidos, el partido tricolor domina la política nacional, existen problemas internos de protestas y luchas que son reprimidas u opacadas por el gobierno. Y no obstante, algo ha ocurrido. Debido a las discrepancias políticas del Tío Sam con presidente Lorenzo Terán, la Unión Americana ha cortado las telecomunicaciones creando una crisis temporal en la que el único medio para comunicarse es precisamente a través de cartas.
Planteado en un lejano año 2020, México es el mismo de siempre: depende económica y políticamente de los Estados Unidos, el partido tricolor domina la política nacional, existen problemas internos de protestas y luchas que son reprimidas u opacadas por el gobierno. Y no obstante, algo ha ocurrido. Debido a las discrepancias políticas del Tío Sam con presidente Lorenzo Terán, la Unión Americana ha cortado las telecomunicaciones creando una crisis temporal en la que el único medio para comunicarse es precisamente a través de cartas.
Así las cosas, Rosario sitúa a Nicolás en
la Oficina de la Presidencia de la República, y a través de una movida de hilos
(nada poco común en un país como el nuestro) magistral; Nicolás ahora es el
sucesor de Lorenzo Terán a su “falta absoluta” para utilizar el texto
constitucional.
Nicolás recibe asesoría de un anciano que
un día fue presidente de México (con casi toda seguridad, Fuentes quiso
incorporar a un Salinas de Gortari o José López Portillo pero sin nombre ni
apellido, de suerte que se le denominó “el Anciano del Portal”). Poco a poco,
Nicolás va aprendiendo los manejos de la política mexicana “no dejar nada por
escrito” la regla de oro, los secretos y las trampas que se ejercen para
retener el poder.
La trama avanza y Nicolás ya no es un
novato en el manejo de la política y no sólo eso: tiene acceso a archivos y
documentos que pueden (y serán) usados en contra de los personajes. Ahora sólo
falta ver el entramado final; en que la falta absoluta de Lorenzo finalmente se
sucede, y se cumple la premisa “tú serás Presidente de México”. Pero ello
desencadena una ola de traiciones en la que ahora Nicolás ya no es aliado sino
enemigo de Rosario; y se hacen los cambios necesarios a la Carta Magna para
eternizar a Nicolás en la Silla del Águila por muchos años; porque él es hijo
del Secretario de Defensa, quien lo colocó en manos de Rosario precisamente
para eso; para dar un brutal y directo golpe de Estado al Comandante Supremo
(es decir, el presidente Lorenzo) e iniciar una nueva dictadura en México.
Crítica
Carlos Fuentes tiene una pluma increíble; los
personajes juegan en un tablero neblinoso para ellos, pero bastante claro para
el lector, que tendrá una perspectiva de todo el tablero (o creerá tenerla), la
historia de México es tan igual a la actual y a la pasada en esta obra
futurista que parece una radiografía que le fuera tomada de cuerpo entero. En efecto,
Carlos Fuentes escribió esta obra en 2003, cuando apenas se había dado la
transición política de partido y predice lo que eventualmente ocurrió en 2012:
el partido tricolor (cuyos miembros datan del jurásico temprano) retomó la
codiciada Silla del Águila y la Residencia de Los Pinos.
Pero no sólo eso: Don Carlos nos sumerge en
una trama política estructurada de tal suerte que pareciera ser predecible,
pero da un giro espectacular hacia el final, tendiendo una trampa desde el
inicio de la historia; dejándonos un trago amargo al final, y con una
perspectiva casi distópica: el inicio de una nueva dictadura en nuestro país. Ello
se logra con elementos clásicos de la política mexicana y de la política en
general. La obra puede tener más de una lectura maquiavélica, y es que, si bien
el fin no justifica los medios, sí quien tiene los medios puede conseguir
cualquier fin; además de sacar a relucir el viejo hilo negro de la intervención
norteamericana en la política nacional.
La política es un tema complicado de tratar
como trama. Si se hace con demasiada fuerza, la obra se volverá pesada, dado
que la política tiende a etiquetarse de “aburrida”. No obstante, Carlos Fuentes
logra encontrar un buen balance y entregarnos una trama política bien tejida
(no excepcional, pero sí bien estructurada)
El libro requiere un conocimiento básico de
la historia de México y una memoria política cercana profunda. Nos invita a
recordar lo ocurrido en los sexenios de la época priista y los sucesos que
llevaron a Vicente Fox a la Silla del Águila. Sería recomendable que el actual
ocupante de Los Pinos la leyera realmente.
No es espectacular, porque no contiene
giros de trama contundentes salvo que se trate del final; además de que permite
al lector cierta confianza al leer las cartas de todos los personajes, es
decir, meterse en sus mentes. Es buena y recomendable; pero sí tiene sus
defectos. Apta para quienes gustan de novela política o de la historia de
México.
Mi valoración personal:
9.5
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