sábado, 15 de marzo de 2014

Volver al futuro: todo un ícono


Los años 1980 vieron un notorio incremento en la producción de cintas cinematográficas con cantidades descomunales de efectos visuales y con temática fantástica y/o de ciencia ficción (o ambas, si eso es posible). Ejemplos sobran: Star Wars estrenó en 1977, 1980 y 1983 su celebérrima trilogía; lo propio hizo Superman en 1978, 1980 y 1983, Indiana Jones en 1981, 1984 y 1989, entre otras que sería ya ocioso mencionar.
Robert Zemekis en colaboración con el ya célebre (aunque no tanto como se volvería después de La Lista de Schindler, 1993) Steven Spielberg, presentan una historia del corte, aunque con una visión un tanto más cómica; el título es en nuestros días una leyenda de su época: Volver al Futuro.

Sinopsis

Advertencia: Si no has visto la película, lo que es casi un sacrilegio, esta sección contiene información que podrías no querer saber ahora mismo. Si es el caso, sáltala y reanuda tu lectura en la sección crítica. (Y corre a ver la película, por Dios santo.)
Marty McFly vive en California en 1985; es amigo de un científico bastante loco (pero no villano), llamado Emmett Brown, aunque todos lo conoceremos simplemente como el “Doc”, quien hace realidad uno de sus grandes sueños al construir una máquina del tiempo en un DeLorean (vehículo que ya para el año de estreno de la película, se encontraba descontinuado, pero su diseño con puertas de ala de gaviota y escasa producción y venta lo hacían desconocido para aquél entonces).
El vehículo es eléctrico, pero requiere 1.21 Gigowatts para viajar en el tiempo; el problema es que esa cantidad de energía sólo se puede obtener con plutonio; y el Doc robó una considerable cantidad de unos libios que le habían pedido una bomba. Justo antes de partir hacia el año 2015, el Doc es emboscado por los libios en presencia de Marty; quien para salvar su vida se sube al DeLorean; el resultado es que termina viajando al año 1955.
Así, Marty se encuentra en el lugar y momento en que sus padres se conocen; pero por ignorancia estropea lo que habría sido el encuentro amoroso de ambos. Al no conocerse sus padres, la consecuencia es obvia: Marty nunca existirá. Dispone de una semana para producir el encuentro amoroso, ya que la única fuerza que podría regresarlo a 1985 es un rayo que golpeará la torre del reloj una semana después (Marty está enterado de ello porque la caída de ese rayo es casi un evento de relevancia histórica local), como bien lo apunta el Doc de 1955.
Marty tiene un problema aún mayor: en el percance en que impidió el encuentro de sus padres, fue visto por su madre y ésta se enamoró de su hijo. En una serie de encuentros que resultan cómicos y de pena ajena por el pobre Marty, éste consigue finalmente que sus padres se conozcan y se besen en un baile que tiene lugar la misma noche en que el rayo enviará a Marty a 1985.
Otro problema es que debe advertir al Doc de 1955 que en 1985 será asesinado por los libios nacionalistas, pero el Doc se rehúsa a saber cualquier cosa relacionada con su futuro. Para ello escribe una carta con la esperanza de que el Doc la lea antes de 1985. El Doc descubre la carta y la rompe segundos antes de que Marty se suba al DeLorean.
Al final, Marty regresa a 1985 con una serie de cambios favorables para su persona y familia; además de que el Doc se levanta tras los disparos de los libios; minutos más tarde, con una inmortal frase le dice a Marty que pegó y leyó la carta que le escribió, bajo el argumento: “es mi vida, ¿por qué no?”

Crítica

Volver al futuro es definitivamente una de las cintas de la década de los años 1980 que perdurará para la historia. No es que tenga un argumento sólido; pero lo compensa con excelentes actores cómicos que nos sacan la carcajada a cada momento; empezando por Michael J. Fox (Marty), Christopher Lloyd (Dr. Emmett Brown), Lea Thompson (Lorraine McFly, madre de Marty).
Por otro lado, el guión es increíble. La película dura poco menos de dos horas que son insensibles con la perfección con que la trama se desenvuelve con la comedia por delante. Otro acierto importante es en la escenografía y caracterización; los años 1950 son retratados magistralmente; además de la visión para la creación de la máquina del tiempo y los efectos visuales desplegados en las pocas escenas donde la dichosa máquina funciona para el fin para el que fue construida.
La película tuvo un tremendo éxito taquillero que convirtió al DeLorean en un objeto de culto y que reiteró la permanencia de historias del tipo en la taquilla para muchos años más.
En resumen, la película me gustó, porque lejos de la historia de fondo (que entretiene, aunque obviamente no es Shakespeare) tiene la chispa que el espectador busca en una comedia; es relajada y además tiene unos sorprendentes (aunque pocos, realmente) efectos visuales. La película dio suficiente para que en 1989 y 1990 se elaboraran sendas secuelas tituladas simplemente con los números II y III. Definitivamente vale la pena verla y saber que se está ante todo un ícono de su década.

Mi valoración personal:



Calificación:
9.3

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