En 1959, Disney produjo “La bella durmiente”
una historia en dibujos animados basada en el cuento de los hermanos Grimm que
históricamente ha sido inmortalmente musicalizada por Piotr Ilich Tchaikovsky,
el romántico ruso, como muchos lo
conocen.
De esa producción surgió un personaje
lépero, sarcástico y malvado como él solo: la inconfundible Maléfica
(Malleficent, en inglés). Como ya viene siendo costumbre, Disney decidió sacar
del congelador un viejo cuento para hacerle modificaciones y presentarlo en una
película sin dibujos animados y con
Angelina Jolie como la flamante villana, aunque ya por el título podemos
deducir que en esta ocasión Maléfica no será la villana.
Sinopsis.
En un reino muy lejano, un hada llamada
maléfica tiene un idilio con un joven llamado Stefan. Después de eso, un
ejército invasor trata de ocupar sus dominios. Con su poder, Maléfica lo vence,
y es entonces cuando el agonizante rey pide que uno de sus valientes soldados se
gane el derecho de ser su sucesor vengando su muerte segura. Stefan, como soldado
del rey, va en busca de Maléfica, y en una traición poco sorpresiva para el
espectador, le corta las alas y se gana así el derecho de ser rey.
Así, Stefan tiene una hija de nombre
Aurora, en cuya fiesta de nacimiento se apersona Maléfica y, como castigo a
Stefan, le impone una maldición a Aurora, que a los 16 años se pinchará con el
huso de una rueca y caerá en un sueño del que sólo podrá despertar con el beso del verdadero amor.
El rey Stefan encomienda a tres hadas el cuidado
de su hija, lejos del castillo, y manda incautar y quemar todas las ruecas del
reino.
Ante la ineptitud de las hadas, Maléfica
debe cuidar que Aurora viva hasta los 16 años, con lo que termina por
encariñarse, al grado que mantiene conversación y una relación muy cercana con
Aurora; intentando revocar su maldición, sin embargo no le es posible (quizá la
mayor incoherencia de la película).
Finalmente, el destino de Aurora se cumple
y Maléfica acude al castillo para buscar que el príncipe Felipe bese a la
princesa y sea posible que esta despierte. Al final, no es el beso de Felipe sino
el de Maléfica el que despierta a Aurora, ello antes de una pelea de
proporciones épicas en el castillo del rey Stefan, donde este último pierde y
finalmente Maléfica decide unir los dos reinos y coronar a Aurora como reina.
Crítica.
Vaya cursilería. La historia de 1959 no era
precisamente buena, aunque en cierto sentido la ignorancia sobre los orígenes y
motivos de Maléfica la hacían un tanto cuanto más aterradora, además de que,
como ya se apuntó anteriormente, Maléfica es uno de los personajes más
malhablados de todas las películas infantiles (sólo superada por Merlín en La espada en la piedra), además de que
la producción original utiliza la música de Tchaikovsky como fondo de una
historia que se cuenta sin mayor trámite.
Pero ya no estamos en 1959 y ahora Maléfica
es personificada por Angelina Jolie, a quien no le queda mal el papel, el
problema es… el papel en sí. Ahora Maléfica tiene un pasado, uno que en realidad
explica muchas cosas, si la película hubiera terminado con la maldición de
Maléfica sobre Aurora, habría sido fantástica; pero continuó su curso por otros
cuarenta minutos. El desarrollo de la historia a partir de la maldición es más
errático, el encariñamiento de Maléfica con Aurora es lento y complicado, hasta
el punto donde uno piensa ¿era necesario? No, no lo era, es la respuesta
concreta.
La modificación sobre la producción
original se acentuó poco a poco y finalmente el espectador tiene que reconocer
que se estaba precipitando a eso desde un principio. No pasa inadvertido que
llega un punto donde realmente empalaga, tal vez si el personaje se llamara
Benéfica y no Maléfica, funcionaría mejor.
Al final guarda coherencia, y a Jolie le
queda bien el papel, pero la villana de 1959 se ha ido. Ya no grita a diestra y
siniestra “¡idiotas!, ¡imbéciles!, ¡ESTÚPIDOS!”, aunque el sarcasmo de la
Maléfica original se acentúa, se echa en falta esa irreverencia y maldad del personaje
que tiene más de cincuenta años.
Otro rubro insoslayable es la falta de la
música de Tchaikovsky. La partitura del romántico ruso es el ícono indiscutible
de La Bella Durmiente, porque se ha presentado como ballet en todo el mundo, y
por que la película original la utilizaba a diestra y siniestra.
Los rubros que se salvan son quizá los
efectos visuales y la caracterización, que hacen eficientemente su trabajo, y
obviamente la actuación de Angelina, pero en realidad, la trama está bastante
forzada y bastante floja. Demasiada miel.
¿Pasa el examen? Sólo de panzazo, ello en
virtud de que logra el cometido de entretener y consigue que los 80 minutos de
duración sean llevaderos, además de que, si se ve sin perspectiva de criticar,
o sin haber visto la película de 1959, hace eficientemente su trabajo, aunque
termine por empalagar de todas formas.
La Maléfica que yo quería ver era esta:
Mi valoración personal:
Mi valoración personal:
6.2
No hay comentarios.:
Publicar un comentario