sábado, 7 de junio de 2014

Maléfica: Tchaikovsky debe estar revolcándose en su tumba.


En 1959, Disney produjo “La bella durmiente” una historia en dibujos animados basada en el cuento de los hermanos Grimm que históricamente ha sido inmortalmente musicalizada por Piotr Ilich Tchaikovsky, el romántico ruso, como muchos lo conocen.
De esa producción surgió un personaje lépero, sarcástico y malvado como él solo: la inconfundible Maléfica (Malleficent, en inglés). Como ya viene siendo costumbre, Disney decidió sacar del congelador un viejo cuento para hacerle modificaciones y presentarlo en una película  sin dibujos animados y con Angelina Jolie como la flamante villana, aunque ya por el título podemos deducir que en esta ocasión Maléfica no será la villana.

Sinopsis.

En un reino muy lejano, un hada llamada maléfica tiene un idilio con un joven llamado Stefan. Después de eso, un ejército invasor trata de ocupar sus dominios. Con su poder, Maléfica lo vence, y es entonces cuando el agonizante rey pide que uno de sus valientes soldados se gane el derecho de ser su sucesor vengando su muerte segura. Stefan, como soldado del rey, va en busca de Maléfica, y en una traición poco sorpresiva para el espectador, le corta las alas y se gana así el derecho de ser rey.
Así, Stefan tiene una hija de nombre Aurora, en cuya fiesta de nacimiento se apersona Maléfica y, como castigo a Stefan, le impone una maldición a Aurora, que a los 16 años se pinchará con el huso de una rueca y caerá en un sueño del que sólo podrá despertar  con el beso del verdadero amor.
El rey Stefan encomienda a tres hadas el cuidado de su hija, lejos del castillo, y manda incautar y quemar todas las ruecas del reino.
Ante la ineptitud de las hadas, Maléfica debe cuidar que Aurora viva hasta los 16 años, con lo que termina por encariñarse, al grado que mantiene conversación y una relación muy cercana con Aurora; intentando revocar su maldición, sin embargo no le es posible (quizá la mayor incoherencia de la película).
Finalmente, el destino de Aurora se cumple y Maléfica acude al castillo para buscar que el príncipe Felipe bese a la princesa y sea posible que esta despierte. Al final, no es el beso de Felipe sino el de Maléfica el que despierta a Aurora, ello antes de una pelea de proporciones épicas en el castillo del rey Stefan, donde este último pierde y finalmente Maléfica decide unir los dos reinos y coronar a Aurora como reina.

Crítica.

Vaya cursilería. La historia de 1959 no era precisamente buena, aunque en cierto sentido la ignorancia sobre los orígenes y motivos de Maléfica la hacían un tanto cuanto más aterradora, además de que, como ya se apuntó anteriormente, Maléfica es uno de los personajes más malhablados de todas las películas infantiles (sólo superada por Merlín en La espada en la piedra), además de que la producción original utiliza la música de Tchaikovsky como fondo de una historia que se cuenta sin mayor trámite.
Pero ya no estamos en 1959 y ahora Maléfica es personificada por Angelina Jolie, a quien no le queda mal el papel, el problema es… el papel en sí. Ahora Maléfica tiene un pasado, uno que en realidad explica muchas cosas, si la película hubiera terminado con la maldición de Maléfica sobre Aurora, habría sido fantástica; pero continuó su curso por otros cuarenta minutos. El desarrollo de la historia a partir de la maldición es más errático, el encariñamiento de Maléfica con Aurora es lento y complicado, hasta el punto donde uno piensa ¿era necesario? No, no lo era, es la respuesta concreta.
La modificación sobre la producción original se acentuó poco a poco y finalmente el espectador tiene que reconocer que se estaba precipitando a eso desde un principio. No pasa inadvertido que llega un punto donde realmente empalaga, tal vez si el personaje se llamara Benéfica y no Maléfica, funcionaría mejor.
Al final guarda coherencia, y a Jolie le queda bien el papel, pero la villana de 1959 se ha ido. Ya no grita a diestra y siniestra “¡idiotas!, ¡imbéciles!, ¡ESTÚPIDOS!”, aunque el sarcasmo de la Maléfica original se acentúa, se echa en falta esa irreverencia y maldad del personaje que tiene más de cincuenta años.
Otro rubro insoslayable es la falta de la música de Tchaikovsky. La partitura del romántico ruso es el ícono indiscutible de La Bella Durmiente, porque se ha presentado como ballet en todo el mundo, y por que la película original la utilizaba a diestra y siniestra.
Los rubros que se salvan son quizá los efectos visuales y la caracterización, que hacen eficientemente su trabajo, y obviamente la actuación de Angelina, pero en realidad, la trama está bastante forzada y bastante floja. Demasiada miel.
¿Pasa el examen? Sólo de panzazo, ello en virtud de que logra el cometido de entretener y consigue que los 80 minutos de duración sean llevaderos, además de que, si se ve sin perspectiva de criticar, o sin haber visto la película de 1959, hace eficientemente su trabajo, aunque termine por empalagar de todas formas.
La Maléfica que yo quería ver era esta:


Mi valoración personal:


6.2

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