domingo, 5 de enero de 2014

IT, de Stephen King. Un excelente libro, arruinado en su adaptación fílmica.

No fue hace mucho, en los primeros días de 2012, entré en una librería. Un libro de 1503 páginas salió en una bolsa de plástico junto conmigo y yo llevaba menos dinero para gastar. Así comenzó para mí una de las más largas travesías literarias que he vivido. Hasta ese momento, el libro con mayor número de páginas que había leído era un texto de la universidad en 2011, (Derecho de las Obligaciones, de Ernesto Gutiérrez y González, 1346 páginas), pero la novela más larga se remontaba a mucho antes: cuando en 2004 la saga de Harry Potter entregó un monstruo de 893 páginas. Y como muestra de lo larga que es la historia, fue hasta el 15 de abril de ese año que pude finalizar la lectura de semejante libro (claro, estudiando la universidad es poco lo que se puede leer por placer, pero eso no mella lo tardado que fue leer la obra de King)


Era la segunda vez que leía un texto del célebre Stephen King y, aunque conocía rasgos generales del personaje, nunca antes había visto el filme de 1990 que muchos de los de mi generación consideran “arruinó su infancia”.  Afortunadamente yo no, cumplí veintiún años leyéndolo, y por fortuna, aunque me causó miedo, no pasé una sola noche sin poder dormir por el librito.




La trama gira en torno a un personaje extraño, que es imposible denominarlo correctamente, o saber qué es, y por lo tanto los niños protagonistas (“los perdedores”, como se les denomina en el libro) le denominan It (que es el artículo infinitivo en inglés, que se traduce a menudo como “lo” o como “eso”) de ahí el nombre de la novela y su traducción al español.



Eso generalmente adopta la forma de un payaso que es una mezcla entre el payaso Bozo y Ronald McDonald, un payaso simpático, conocido como “Pennywise”, un payaso verdaderamente siniestro, dado que se alimenta del terror de los niños hasta su muerte.

En ese contexto, la trama comienza con la muerte de George Denbrough, a manos de Eso, y con ello una oleada de asesinatos infantiles que asolan el poblado de Derry, en el estado norteamericano de Maine a mediados de los años 1950, ola de asesinatos que se atraerá la atención de un grupo de niños “los perdedores”, entre los que se encuentra el hermano de George, Bill Denbrough, quien se asume como el líder del grupo.

Tras una investigación y búsqueda del payaso, que adoptará diversas personalidades durante el desarrollo de la trama, especialmente la de Bob Gray, el grupo de los perdedores lo derrotan en su escondite.
O eso creían; veintitantos años después de la primera confrontación, los perdedores ahora tienen vidas prósperas, hasta donde cabe. Bill Denbrough es un aclamado escritor casado con una actriz supermodelo, y sus antiguos amigos de la infancia tienen carreras igual de exitosas, aunque todos ellos se han distanciado entre sí, es más, ni siquiera se recuerdan, no obstante, una vieja promesa los hace regresar a su antiguo poblado cuando, en 1985, se desata una nueva ola de asesinatos infantiles.

Veinte años más viejos, sin las ilusiones y miedos de niños, los “perdedores” se vuelven a enfrentar a Eso, para quien ha sido un parpadeo en su eterna vida, pero sus enemigos han vivido un tercio de sus vidas. Contrario a sus planes, Eso es derrotado nuevamente y en definitiva, dentro del “macrocosmos”, y tras una lucha fuerte en que se descubre que “la tortuga”, personaje que ayudó a Denbrough a derrotar a Eso la primera vez, ha muerto. Pese a algunas pérdidas en el proceso, el grupo de los perdedores libra finalmente a Derry de su monstruo. El final es agridulce, pero nada malo para una historia de Stephen King.

En realidad, la historia me pareció bastante buena, narrada y estructurada de tal modo, que los años 1950 y 1980 se intercalan a la perfección en una historia que llega a su culmen de forma impresionante. El nivel de descripción y de detalle es tal, que el lector puede imaginarse todo como si ocurriera ante sus ojos. Stephen King se gana a pulso el título de maestro del terror, dado que las secuencias de miedo son descritas y desarrolladas con tal precisión y estilo, que vale la pena cada una de las mil quinientas páginas de extensión. Muy recomendable.

La película: Una comedia comparada con el libro

No me gusta juzgar así una película, porque entiendo que el productor habrá tomado todo su empeño en hacer algo decente, pero pese a las más de tres horas que dura el telefilme, no es rescatable gran cosa del mismo, es decir, la película es una bazofia.
Ni por dónde empezar. La pobre caracterización de los personajes (nunca logré diferenciar bien las escenas de 1950 de las de 1980, salvo por los vehículos) hace que todos los “perdedores” se parezcan entre sí. Todos visten igual, y sólo se puede diferenciar a Mike porque es negro, a Richie porque habla mucho y a Beverly porque es mujer. Lamentable.
La película corta muchas de las secuencias impresionantes del libro, y hace aparecer a Eso única y exclusivamente como un payaso, que, eso sí, es interpretado de forma sublime por Tim Curry, sin embargo, y pese al horror que transpira el actor, no logra convencer la caracterización tan errónea y la falta del elemento Eso, es decir, el hecho de que el antagonista debe ser más etéreo e incorpóreo que un simple payaso.
De tal suerte que, pese a que la película cuenta la historia parecida a la del libro, tiene fallos imperdonables que le quitan el sabor a Stephen King, y lo dejan más bien como una película cómica que intenta asustar (algo así como Una Película de Miedo, pero ésta era desde un inicio una película cómica) tal vez fue el haberla visto tras leer el libro de King, pero en realidad, me decepcionó bastante.
Corren rumores no confirmados de que se re adaptará el libro, esta vez para la pantalla grande. Espero que así sea, porque fueron muchas cosas las que se quedaron fuera de escena.
Mi valoración personal:
Del Libro: 
Calificación:
De la película: 
Calificación:

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