Era el verano de 1994, yo tenía 3 años y en
aquellos días visitaba las salas de cine muy a menudo, dado que mi papá
trabajaba en el cine. La película infantil del año se titulaba “El Rey León”.
Como muchos de los niños de mi edad, vi El Rey León como la historia de un leoncito que toma su lugar en lo que en la historia se denomina “el ciclo de la vida”. Por aquellos días era completamente ignorante de las obras de William Shakespeare y juzgué la película como una –por fin- obra original de los estudios Disney, dado que todas las historias anteriores que yo conocía (Blancanieves, la Cenicienta, Pinocho, entre muchas otras), resultaban ser obras que era bien sabido, ya se habían escrito antes.
Como muchos de los niños de mi edad, vi El Rey León como la historia de un leoncito que toma su lugar en lo que en la historia se denomina “el ciclo de la vida”. Por aquellos días era completamente ignorante de las obras de William Shakespeare y juzgué la película como una –por fin- obra original de los estudios Disney, dado que todas las historias anteriores que yo conocía (Blancanieves, la Cenicienta, Pinocho, entre muchas otras), resultaban ser obras que era bien sabido, ya se habían escrito antes.
La historia me impactó profundamente. Es
fácil como niño identificarse con Simba, el príncipe atrabancado y malcriado
que quiere convertirse en Rey, quiere crecer porque, en su concepto, los
adultos pueden hacer lo que quieran sin consecuencias. Nada más equivocado,
como lo verá el personaje principal; pues tendrá que afrontar el hecho de que
no sólo él es el verdadero Rey a la muerte de su padre, sino que debe luchar
contra su tío, quien usurpó el trono llevando casi a la ruina al reino. Tras el
inevitable enfrentamiento, el usurpador es vencido y todos felices y contentos.
Esa es, a grandes rasgos, la historia de El Rey León.
Muchos años después, me vine a enterar que la película de animación que considero mi favorita (de una lista muy corta, realmente) no es sino una adaptación de la antiquísima obra de William Shakespeare, Hamlet, escrita a principios del siglo XVII.
Hamlet comienza con la aparición del
fantasma del Rey Hamlet de Dinamarca a su hijo, a quien le ordena que vengue su
muerte, revelándole que fue asesinado por su hermano Claudio. En este caso,
Hamlet no es un niño malcriado que quiere ser rey por los beneficios de serlo,
es más bien un adolescente-adulto (la obra en realidad no revela la edad del
personaje, pero en mi muy humilde opinión su edad debería oscilar entre los 19 y
los 28 años). Es un personaje que guarda el luto de su padre (Es importante
establecer que mientras El Rey León narra cabalmente la muerte de Mufasa, de tal
suerte que al inicio de la historia, éste está vivo y muere durante la
historia; en el caso de Hamlet, la historia comienza después de la muerte del
Rey Hamlet, lo que en El Rey León sería casi a la mitad de la película), y que
se encuentra anonadado dado que poco tiempo tiene de muerto su padre, y su
madre ya se ha casado con su tío, quien ha asumido el trono de Dinamarca.
Allí se nota una diferencia aún mayor: en
El Rey León, Scar convence a Simba de que tiene la culpa de la muerte de su
padre, y que le conviene huir, es decir, queda perfectamente claro que para
Scar, Simba es un obstáculo para acceder al trono, mientras que en Hamlet,
Claudio se limita a liquidar a su hermano el Rey Hamlet, sin reparar en su
sobrino del mismo nombre, es decir, mientras en El Rey León la huida de Simba
es algo que sucede inmediatamente después de la muerte de Mufasa, en Hamlet
ello no ocurre hasta avanzada la obra (teniendo en consideración que la obra
inicia cuando el Rey Hamlet ya ha muerto).
Disney y sus cambios
Como ya venía ocurriendo en sus anteriores
producciones, Disney cierra el paso a las partes menos favorecedoras de la
historia. En efecto, en la obra de Shakespeare la madre de Hamlet, Gertrudis,
se casa con el nuevo rey Claudio, y existe una relación amorosa entre ambos
(que no es otra cosa que incesto). Por su parte, Hamlet desde el primer momento
está decidido a vengar la muerte de su padre, sin que obste para ello el idilio
que sostiene con Ofelia, e incluso (en un acto claro de confusión, pero ello no
merma el instinto asesino del personaje) mata a Polonio.
Todas esas escenas y actitudes, icónicas de
la obra de Shakespeare, fueron cortadas de tajo por la casa Disney. En cierto
modo es correcto ese proceder, debido a que la obra de Shakespeare está pensada
a un público más adulto y, finalmente, el negocio de Disney es hacer películas
para niños.
Sin embargo, las mayores discrepancias se
encuentran hacia el final de la historia, donde, por un lado Shakespeare no
entrega un final feliz, sino uno en donde la lucha principal se da entre
Laertes y Hamlet, dando como resultado final la muerte de ambos personajes,
pero a su paso mueren Claudio y Gertrudis, y dado que Ofelia muere desde el
inicio del quinto acto, se puede decir que todos los personajes principales de
la historia mueren al final de la misma.
Ello no ocurriría en El Rey León, Simba
obliga a Scar a confesar sus actos, y el duelo principal se da entre ellos
(cabe resaltar que el personaje de Laertes no tiene equivalencia en El Rey
León, dado que Simba nunca mató nadie que pudiera ser el padre de Laertes).
La historia termina mostrando la derrota de
Scar, como única víctima fatal de la lucha, Simba retoma su puesto como rey y
todos felices y contentos.
En realidad, la historia de Hamlet es
excelente, y cualquier adaptación basada en la misma garantiza ser entretenida
e interesante, El Rey León, como ya se apuntaló, tiene el sello de Disney por
todos lados, quitando las partes que no serían “aptas para niños” y más para
los niños de 1994, quienes no teníamos una televisión tan sexuada y violenta
como la de hoy en día. Disney logró hacer una adaptación decente de una obra de
Shakespeare, aunque, como es obvio, la gran mayoría se quedará con la historia
original, pero como introducción de la obra más importante de la literatura
occidental, sirve.
El defecto principal de El Rey León no
radica ni siquiera en la película en sí misma, sino en las secuelas que vieron
la luz años después. Si Hamlet es la obra más importante de la literatura
occidental, definitivamente Romeo y Julieta es la obra más copiada, adaptada y
representada de la literatura occidental.
La casa Disney, al ver que funcionó la obra
basada en Hamlet, cayeron en la trampa de las segundas partes. Con poquísimas
excepciones, las segundas partes, por lo general, no son buenas, sobre todo, si
ellas no fueron correctamente estructuradas desde un inicio (Verbigracia: El
Señor de los Anillos ya tenía estructuradas sus tres partes y de hecho el autor
la escribió como un solo libro, y fue cuestión editorial dividirla en las tres
partes que hoy conocemos: La Comunidad del Anillo, Las Dos Torres y El Retorno
del Rey) no obstante, El Rey León no tenía una historia preestablecida, y los
productores se decantaron por adaptar la obra más reproducida de la historia,
pretendiendo hacer un Romeo y Julieta, obra que, a diferencia de Hamlet, tiene
tal exposición al mercado y tal número de representaciones y adaptaciones, que
el público conoce la línea argumental a la perfección y resulta perfectamente
predecible. La primera parte de El Rey León fue magnífica, estupenda y con
creces una de mis películas favoritas, su secuela es digna de verse una sola
vez en la vida, y nada más.
¿Qué te parece la obra? ¿Estás de acuerdo? Danos tu opinión.
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