viernes, 3 de enero de 2014

El Rey León: Hamlet para niños

Era el verano de 1994, yo tenía 3 años y en aquellos días visitaba las salas de cine muy a menudo, dado que mi papá trabajaba en el cine. La película infantil del año se titulaba “El Rey León”.

Como muchos de los niños de mi edad, vi El Rey León como la historia de un leoncito que toma su lugar en lo que en la historia se denomina “el ciclo de la vida”. Por aquellos días era completamente ignorante de las obras de William Shakespeare y juzgué la película como una –por fin- obra original de los estudios Disney, dado que todas las historias anteriores que yo conocía (Blancanieves, la Cenicienta, Pinocho, entre muchas otras), resultaban ser obras que era bien sabido, ya se habían escrito antes.
La historia me impactó profundamente. Es fácil como niño identificarse con Simba, el príncipe atrabancado y malcriado que quiere convertirse en Rey, quiere crecer porque, en su concepto, los adultos pueden hacer lo que quieran sin consecuencias. Nada más equivocado, como lo verá el personaje principal; pues tendrá que afrontar el hecho de que no sólo él es el verdadero Rey a la muerte de su padre, sino que debe luchar contra su tío, quien usurpó el trono llevando casi a la ruina al reino. Tras el inevitable enfrentamiento, el usurpador es vencido y todos felices y contentos. Esa es, a grandes rasgos, la historia de El Rey León.


Muchos años después, me vine a enterar que la película de animación que considero mi favorita (de una lista muy corta, realmente) no es sino una adaptación de la antiquísima obra de William Shakespeare, Hamlet, escrita a principios del siglo XVII.
Hamlet comienza con la aparición del fantasma del Rey Hamlet de Dinamarca a su hijo, a quien le ordena que vengue su muerte, revelándole que fue asesinado por su hermano Claudio. En este caso, Hamlet no es un niño malcriado que quiere ser rey por los beneficios de serlo, es más bien un adolescente-adulto (la obra en realidad no revela la edad del personaje, pero en mi muy humilde opinión su edad debería oscilar entre los 19 y los 28 años). Es un personaje que guarda el luto de su padre (Es importante establecer que mientras El Rey León narra cabalmente la muerte de Mufasa, de tal suerte que al inicio de la historia, éste está vivo y muere durante la historia; en el caso de Hamlet, la historia comienza después de la muerte del Rey Hamlet, lo que en El Rey León sería casi a la mitad de la película), y que se encuentra anonadado dado que poco tiempo tiene de muerto su padre, y su madre ya se ha casado con su tío, quien ha asumido el trono de Dinamarca.
Allí se nota una diferencia aún mayor: en El Rey León, Scar convence a Simba de que tiene la culpa de la muerte de su padre, y que le conviene huir, es decir, queda perfectamente claro que para Scar, Simba es un obstáculo para acceder al trono, mientras que en Hamlet, Claudio se limita a liquidar a su hermano el Rey Hamlet, sin reparar en su sobrino del mismo nombre, es decir, mientras en El Rey León la huida de Simba es algo que sucede inmediatamente después de la muerte de Mufasa, en Hamlet ello no ocurre hasta avanzada la obra (teniendo en consideración que la obra inicia cuando el Rey Hamlet ya ha muerto).

Disney y sus cambios

Como ya venía ocurriendo en sus anteriores producciones, Disney cierra el paso a las partes menos favorecedoras de la historia. En efecto, en la obra de Shakespeare la madre de Hamlet, Gertrudis, se casa con el nuevo rey Claudio, y existe una relación amorosa entre ambos (que no es otra cosa que incesto). Por su parte, Hamlet desde el primer momento está decidido a vengar la muerte de su padre, sin que obste para ello el idilio que sostiene con Ofelia, e incluso (en un acto claro de confusión, pero ello no merma el instinto asesino del personaje) mata a Polonio.
Todas esas escenas y actitudes, icónicas de la obra de Shakespeare, fueron cortadas de tajo por la casa Disney. En cierto modo es correcto ese proceder, debido a que la obra de Shakespeare está pensada a un público más adulto y, finalmente, el negocio de Disney es hacer películas para niños.
Sin embargo, las mayores discrepancias se encuentran hacia el final de la historia, donde, por un lado Shakespeare no entrega un final feliz, sino uno en donde la lucha principal se da entre Laertes y Hamlet, dando como resultado final la muerte de ambos personajes, pero a su paso mueren Claudio y Gertrudis, y dado que Ofelia muere desde el inicio del quinto acto, se puede decir que todos los personajes principales de la historia mueren al final de la misma.
Ello no ocurriría en El Rey León, Simba obliga a Scar a confesar sus actos, y el duelo principal se da entre ellos (cabe resaltar que el personaje de Laertes no tiene equivalencia en El Rey León, dado que Simba nunca mató nadie que pudiera ser el padre de Laertes).
La historia termina mostrando la derrota de Scar, como única víctima fatal de la lucha, Simba retoma su puesto como rey y todos felices y contentos.
En realidad, la historia de Hamlet es excelente, y cualquier adaptación basada en la misma garantiza ser entretenida e interesante, El Rey León, como ya se apuntaló, tiene el sello de Disney por todos lados, quitando las partes que no serían “aptas para niños” y más para los niños de 1994, quienes no teníamos una televisión tan sexuada y violenta como la de hoy en día. Disney logró hacer una adaptación decente de una obra de Shakespeare, aunque, como es obvio, la gran mayoría se quedará con la historia original, pero como introducción de la obra más importante de la literatura occidental, sirve.
El defecto principal de El Rey León no radica ni siquiera en la película en sí misma, sino en las secuelas que vieron la luz años después. Si Hamlet es la obra más importante de la literatura occidental, definitivamente Romeo y Julieta es la obra más copiada, adaptada y representada de la literatura occidental.

La casa Disney, al ver que funcionó la obra basada en Hamlet, cayeron en la trampa de las segundas partes. Con poquísimas excepciones, las segundas partes, por lo general, no son buenas, sobre todo, si ellas no fueron correctamente estructuradas desde un inicio (Verbigracia: El Señor de los Anillos ya tenía estructuradas sus tres partes y de hecho el autor la escribió como un solo libro, y fue cuestión editorial dividirla en las tres partes que hoy conocemos: La Comunidad del Anillo, Las Dos Torres y El Retorno del Rey) no obstante, El Rey León no tenía una historia preestablecida, y los productores se decantaron por adaptar la obra más reproducida de la historia, pretendiendo hacer un Romeo y Julieta, obra que, a diferencia de Hamlet, tiene tal exposición al mercado y tal número de representaciones y adaptaciones, que el público conoce la línea argumental a la perfección y resulta perfectamente predecible. La primera parte de El Rey León fue magnífica, estupenda y con creces una de mis películas favoritas, su secuela es digna de verse una sola vez en la vida, y nada más.
¿Qué te parece la obra? ¿Estás de acuerdo? Danos tu opinión.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario