El verano de 2003 llegó a mis manos –por
fin- el cuarto libro de la serie Harry Potter, que había sido publicado en el
año 2000. Este libro inauguraba los libros “gordos” de la serie, con 630
páginas, sería difícil de olvidar.
La trama de este libro tenía un nuevo tono,
más siniestro y oscuro que sus predecesores. Harry Potter acude e los mundiales
de quidditch, en donde ocurren sucesos extraños. Tras el partido final, el
emplazamiento donde se encuentra el estadio se ve asediado por sujetos con
capas y máscaras; asediando gente y torturándola. Tras la aparición de la marca
tenebrosa, símbolo del perenne Lord Voldemort, la situación se apacigua.
Días después, Harry regresa a Hogwarts,
donde se anuncia que ese año se sucederá el “Torneo de los Tres Magos”, una
competición entre tres colegios cuya sede será el propio castillo. Para elegir
a los tres magos, se utilizará un objeto mágico conocido como el Cáliz de
Fuego, el cual escogerá a uno – y sólo uno – de los participantes de cada
colegio. La regla será además que sólo los mayores de 17 años puedan competir
en el torneo.
Eso deja fuera a Harry Potter de la
competencia, al menos, en apariencia; porque de un modo inexplicable, su nombre
aparece en el Cáliz, y es seleccionado, aunque el campeón de Hogwarts es Cedric
Diggory (en realidad, es cierto que el auténtico campeón es Cedric Diggory,
Harry es más bien un “colado” en el torneo).
Con cuatro campeones, y sin que Harry haya
hecho absolutamente nada para que su nombre apareciera en el Cáliz, la sospecha
es que alguien intenta colarlo en el torneo. Ello, aunado a que Voldemort (para
variar, y reitero que cualquier parecido con Salinas de Gortari es pura
coincidencia) parece estar moviendo los hilos y ganando más fuerza, las pruebas
del torneo comienzan. Harry se enfrenta a dragones, sirenas y toda clase de
situaciones (incluida la necesidad de conseguir pareja para un baile), Harry
llega hasta el final del torneo. Cuando la tercera prueba termina y Harry
empata con Cedric como campeones del torneo, dando la victoria a Hogwarts, algo
sucede. Harry es inmediatamente transportado a un cementerio donde se encuentra
la tumba de un tal Tom Riddle. De entre las sombras surge un resplandor verde,
y Cedric Diggory cae muerto al lado de Harry. Aparece Peter Pettigrew, el
fugitivo del libro anterior, que toma la sangre de Harry para una poción de la
que emerge Lord Voldemort resucitado.
Harry logra escapar de Voldemort tras un
evento en el que las varitas de ambos se conectaron y Harry pudo ver un
espectro de sus padres salir de la varita de Voldemort. Una vez más, Harry
escapa (Voldemort 0-4 Harry) y logra regresar al colegio. Allí, se desenmascara
al nuevo profesor y ex auror Ojoloco Moody como un seguidor de Voldemort que
puso el nombre de Harry en el cáliz. Tras una discusión acalorada con el
Ministro de Magia, Dumbledore, el director de Hogwarts, se distancia del
ministerio, y el libro termina con negras perspectivas ante el regreso de Voldemort.
Rowling logra dar un giro a su forma de
escribir. Va del Sherlok Holmes mágico (que sigue utilizando) a mostrar
elementos más del estilo Indiana Jones, de aventura mezclada con ese suspenso
etéreo que infunde Voldemort. El Libro vale cada una de las 600 páginas que
contiene, sin ser aburrido o cansado en algún punto. Pese a mantener elementos
clásicos desde el inicio de la historia, da una nueva perspectiva que, en mi
opinión, estuvo bastante bien lograda.
La película: sólo se salvan los dragones (y Emma Watson, por supuesto)
Por dónde empezar. El pecado capital de la
saga cinematográfica de Harry Potter fue
cambiar de director cada dos por tres, y este es quizá el cambio menos
afortunado de su historia.
Mike Newell sucedió a Alfonso Cuarón como
director de Harry Potter en una película que habría de estrenarse en 2005, y
con ello pasar a competir con Star Wars Episodio III: La Venganza de los Sith, con la presión mercadológica que ello supone, dado que Star Wars entregaría lo que sería quizá la más esperada de sus cintas.
A todos aquellos que digan que esta
película es buena, les pido algo: dejen de lado el tema de los dragones y
díganme, ¿qué hay de rescatable en la película? La respuesta es, lisa y llanamente: nada. Unos
mundiales de quidditch que daban para más, una marca tenebrosa bastante oscura
y una serie de cambios garrafales en los que se incluye, cambiar al autor de
uno de los logros de Harry en la segunda prueba del torneo y la eliminación
total del contenido del laberinto de la tercera prueba, son cambios que, uno
tras otro se ven y pesan de una forma insoslayable.
El único rubro que resaltó fue la secuencia
de los dragones en la primera prueba. Muy bien lograda en efectos visuales,
pero poca cosa más, que consiste en su mayor parte en la revelación de Hermione
Granger como una muchacha guapísima, si se me permite decirlo, ya no la
sabelotodo imparable con el pelo enmarañado, sino una verdadera belleza, Emma
Watson le fue como anillo al dedo al personaje en este punto de la historia.
En realidad, la película me pareció bofa, a
la que le faltaron elementos clave del libro y mostrar más el misterio y los
giros del libro, centrándose demasiado en la trama del torneo de los tres
magos. En resumen, la película es una bazofia.
Mi calificación personal:
Del libro:
8
8
De la película:
5
5
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