viernes, 17 de enero de 2014

Harry Potter y las reliquias de la muerte: el final es bueno, pero no magnífico


Verano de 2007. Dos años después del trágico final del sexto libro, Rowling presentó el último, llamado en inglés Harry Potter and the Deathly Hallows. A pesar de que su publicación en español se sucedería en febrero del año siguiente, me decidí a repetir la proeza del libro anterior, y lo leí en inglés.
Definitivamente, este es el libro más esperado de la serie, y puedo decir que no decepcionó en absoluto. Más largo que su antecesor, pero no tanto como La orden, Rowling nos presenta un texto más maduro, con giros más calculados y donde todo lo que se vio en las entregas anteriores, encaja de un modo excelente.

Sinopsis

(Advertencia: esta sección puede contener información que, si vas a leer el libro, tal vez no quieras saber ahora, si es así, sáltala y reanuda tu lectura en a la sección Crítica)
Harry Potter sale de casa de sus tíos a sabiendas de que no volverá a vivir con ellos, rompiendo el encantamiento que lo mantiene a salvo. Con ello inicia una aventura diferente, donde, si bien se reúne nuevamente con sus amigos Ron y Hermione, allí reciben la herencia que Dumbledore les dejó: la primera snitch que atrapó a Harry, un desiluminador a Ron y una copia de “Los cuentos de Beedle el Bardo” (la referencia Shakespeareana es velada) para Hermione, sin embargo, la tranquilidad dura poco, ya que en un momento inesperado, Voldemort toma el control del Ministerio de Magia. Harry logra escapar y se refugia en la casa de su padrino, que ahora ha pasado a ser de él. Allí, planea la destrucción de los Horcruxes, comenzando por el guardapelo, que tras una investigación eficaz, descubre está en manos de Dolores Umbridge (Pobre mujer, ya déjenla en paz, tal vez sólo quería hacer amigos). Tras una incursión al Ministerio de Magia, con ayuda de la conocida Poción Multijugos, Harry logra hacerse con el relicario, no obstante es imposible destruirlo, y como él y sus amigos comprobarán, tiene poderes ocultos, como intentar poseer a quien lo tenga. De este modo la historia se estanca un poco, con Harry apartado del mundo mágico y sin tener un objetivo claro, un buen día Ron se harta y se separa del grupo.

Harry y Hermione van a visitar el Valle de Godric (el pueblo donde Harry nació), y visitan la tumba de sus padres, pero son atacados por Lord Voldemort y obligados a desaparecerse del lugar sin conseguir muchas pistas. No obstante, obtienen un libro llamado “vida y mentiras de Albus Dumbledore”, una extensa biografía del finado profesor, donde se revela que fue amigo del mago tenebroso Grindelwald, al que años más tarde venció. Por otro lado, un símbolo pareciera estarlos persiguiendo: aparece en unas lápidas del cementerio del Valle de Godric, en el libro que Dumbledore le dejó a Hermione, y en una carta firmada por Dumbledore que aparece en el libro de “Vida y mentiras de Albus Dumbledore”, en el texto también se revela que tenía una hermana muy enferma que, en una discusión con su entonces amigo Grindelwald, terminó muerta.
Tras el lío en el Valle de Godric, Ron regresa con el grupo y consiguen destruir el guardapelo, ya que alguien les facilita la espada de Gryffindor. Harry se entera entonces sobre unos objetos denominados las “reliquias de la muerte”, los que, según la leyenda, hacen a su poseedor, “Señor de la Muerte”, consistentes en la varita de saúco, la piedra de la resurrección y la capa de invisibilidad. La última de las reliquias está en poder de Potter, lo que deduce desde un inicio.
Así las cosas, son capturados por seguidores de Voldemort y enviados a la mansión de los Malfoy, de donde logran escapar gracias a Dobby, el elfo doméstico, quien muere en la movida de rescatar a Potter y sus amigos.
Durante el rescate, Harry logra liberar al fabricante de varitas y un duende que habían sido capturados por Voldemort. Tras interrogar al duende, Harry se entera de dónde se encuentra otro de los horcruxes, la copa de Hufflepuff se encuentra en el banco mágico. Por otro lado Harry sabe que Voldemort consiguió ya la varita de Saúco, que según la leyenda, es la más poderosa del mundo. Así, emprende una incursión al banco mágico, del que logra sacar la copa de Hufflepuff, pero pierde la espada de Gryffindor, quedando así, imposibilitado para destruir la copa. Pero ello no importa, dado que Voldemort al fin sabe que están destruyendo los horcruxes, y se dispone a sacarlos todos de sus escondites, lo que revela a Harry la ubicación del último: se encuentra en Hogwarts, que ahora dirige Snape. Tras lograr penetrar en el lugar y conseguir que Snape huya, Harry busca con desesperación mientras una sangrienta batalla se libra en el castillo. Finalmente encuentra la diadema de Ravenclaw, y consigue destruirla mientras Ron y Hermione destruyen la copa. Así las cosas, Voldemort decide matar a Snape, debido a que, según él, fue Snape quien logró vencer a Dumbledore, y mientras no muera, la varita de Saúco no pertenecerá realmente a Voldemort.
En el último momento, Snape revela a Harry varios secretos: siempre amó a su madre, Dumbledore le pidió que lo matara y Harry es el último Horcrux, motivo por el cual se pueda meter en la cabeza de Voldemort, por lo tanto debe morir para poder hacer a Voldemort vencible.
Harry acude con Voldemort y éste dispara a matar. Pero Harry (como es lógico, es el buenazo de la historia) no muere, sino que va al limbo donde se deshace del pedazo de alma de Voldemort que habitaba en él, y después de una conversación con Dumbledore, Harry regresa al mundo real y se hace pasar por muerto hasta que el momento es oportuno y… logra matar a Voldemort (como era obvio).

Crítica

Así termina la historia de Harry Potter, y esta historia nos demuestra la madurez literaria que han alcanzado los libros de J. K. Rowling, al introducir elementos nuevos, giros dramáticos y una historia bastante bien configurada. Pero no todo es miel sobre hojuelas. Éste último libro también tiene el defecto de que, al haber sido tan esperado por el público, muchas ideas rondaron sobre lo que sería el final, muchas de las cuales crearon escenarios que sonaban asombrosos, pero que al final se quedaron en el tintero de Rowling.
En efecto, si bien la batalla de Hogwarts era algo más que obvio, algunos esperábamos que la historia fluyera más y quizá recopilara elementos viejos como el espejo de Oesed o el giratiempo. Ello no ocurrió, y deja con un sabor de boca algo extraño en el final, donde, hay un logro espectacular en su narrativa, pero en las primeras seiscientas páginas del libro resulta algo lenta la historia que se narra. Ello no la exime de ser un buen final, y un logro verdadero para Rowling, quien diez años después de su primera entrega, logra cerrar correctamente su historia.

La película: al fin algo decente, en parte.


A partir de la tonta película que se entregó en 2009, Harry Potter mantuvo al mismo director, David Yates, y la productora decidió, para hacer más dinero, dividir el séptimo libro en dos entregas. Yo nunca estuve de acuerdo, porque en mi opinión, en una sola película de dos horas y fracción (tres como mucho) puede resumirse un libro de hasta mil páginas, siempre que se sepa dónde y cómo cortar.
La primera parte sirvió como una presentación de circunstancias y muestra todo lo que ocurre hasta la mansión de los Malfoy. Es de notar que (por primera vez en seis años, por fin) se consigue adaptar con mayor fidelidad el libro base, sin convertir las tramas secundarias en primarias ni hacer grandes omisiones, por fin lo que muchos queremos ver: una adaptación de lo que leímos, no la interpretación marihuana del director. Fue bueno, pero no llega a notable, debido al corte que se materializa y que la primera parte no llega a un fin concreto, definitivamente, se hizo para vender más.
Valoración sobre la primera parte:
Calificación:
8
La segunda parte tuvo más acción: lo que muchos esperábamos ver, el derroche de efectos visuales que una película de Potter supone. Y con ello la batalla de Hogwarts. Con una duración de poco más de dos horas, se convierte en la más corta de la serie, pero es lógico, sólo le dejaron unas doscientas páginas a adaptar. Reitero, la película es visualmente exquisita, pero hay momentos en que siento el guión totalmente forzado, Voldemort es, con perdón de la expresión, bastante pendejo si quieren mi opinión. Y no es la actuación de Ralph Fiennes lo que lo hace así, sino el defecto en la dirección y el guión. Lamentable.
Pero ello no significa que la película tenga visualmente un efecto sobre el espectador, que se haya detallado correctamente y que el director se dejó de tonterías y creó una masacre siniestra. Muy plausible.
Valoración sobre la segunda parte:
Calificación:
9

Mi valoración personal:

Del libro:
Calificación:
9

De la película (promedio de las valoraciones antes vistas):
Calificación:
8.5

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